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En estos días previos a la celebración del Miércoles de Ceniza e iniciar la Cuaresma. Resulta propicio ir preparándonos espiritualmente, para dar buen comienzo a este tiempo y obtener así la mayor cantidad de gracias del cielo.

En este contexto, el padre Francisco, nos ha compartido unas palabras para animarnos a participar y disponer nuestros corazones:

 

Queridos hermanos.

Un saludo en el Señor.
Comenzaremos el tiempo de Cuaresma, un tiempo para reconocernos débiles y frágiles, un tiempo para reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos, un tiempo para dejar el pecado y regresar a la gracia de Dios.

Año tras año tenemos la posibilidad de alejarnos de la cultura del pecado, sobre todo de esos pecados, que nos han dañado interiormente, de esos que espiritualmente nos dejan abatidos. Debemos aprovechar esta oportunidad que nos da la Cuaresma.

Nuestra liturgia, en este tiempo, nos invita a disponer nuestros corazones a la gracia de Dios, sin duda que abrir nuestro corazón, es dejarnos lacerar, dejarnos herir, porque, en nuestro corazón, hay más de un dolor que llevamos a cuestas. Pero ese dejarnos herir, es para que Cristo, pueda sanarnos desde lo más hondo, desde lo más profundo; desde lo interior hacia lo exterior.

Nuestro querer es que, Cristo sea quien reine en nuestros corazones y para eso queremos vivir estos días de Cuaresma, como un tiempo de conversión, penitencia y reconciliación. Abandonándonos a los pies del maestro, para que con su gracia podamos ver nuestro corazón y purificar todo eso que nos aleja de Él.

Todo el tiempo de cuaresma toma sentido, cuando reconocemos la resurrección de Nuestro Señor, es también, una posibilidad para nosotros. Por eso queremos que el Señor nos sane, desde lo más profundo, para llegar con su gracia a su presencia, al final de nuestra vida terrena.

Los invito a disponer nuestros corazones a vivir esta cuaresma que comenzaremos a partir del próximo miércoles de ceniza. Los esperamos con una significativa celebración, que nos abrirá el camino a nuestra conversión y cercanía con Cristo Señor nuestro.

Un saludo a cada uno de ustedes, que Dios los bendiga siempre.

Pbro. Francisco Araya González.
Vicario Parroquial.